Las corrientes de la vida

 

Infinitud de corrientes nos invitan a ir en su sentido. Desde las pequeñas corrientes de… costumbres, hábitos, cotidianidades, hasta las grandes costumbres de pensamiento, de filosofía…

Por poner dos extremos fácilmente entendibles.

Corrientes en… “la corriente de la vida”.

No, no conocemos con “naturalidad”, cuál es la corriente que gesta, promueve -y hacia dónde va- la vida. ¡Intuimos!, nos parece, creemos…

Pero, nuestros propios saberes y conoceres… nos muestran que la corriente de… el aceite de oliva, no era la misma –hace unos años- que ahora; que la corriente de comer cereales o comer verduras, antes era una corriente propia de animales, y ahora es propia de seres elaborados que se oxidan, pero que no quieren oxidarse; pero, si no se oxidan, se asfixian. Es decir que… podemos encontrarnos en multitud de corrientes –¡en torbellinos!- que nos sacan de un sitio y nos hacen aparecer en otro; corrientes como las marinas, que parece el mar en calma y, cuando entramos… a no demasiado lejos, notamos cómo nos llevan. Y cuesta –a veces- algún que otro susto, el poder evadir esa situación.

Por otra parte, socialmente, las sociedades humanas tienen sus corrientes: de moda, de actualidad, de popularidad… Hay corrientes a las que se afilian unos u otros, y unos van en un sentido, y otros van en otro.

Las corrientes –por ejemplo- económicas, en unos lugares producen prosperidad y abundancia; y, en otros, las corrientes producen pobreza, miseria, drama…

 

Las corrientes de consciencia nos llevan, muy a menudo, a tener ideas y pensamientos propios de una ideología, una teoría… que más o menos nos convence, o más o menos nos empuja lo suficiente.

 

Mientras tanto, mientras ocurre todo este desencanto, la Creación sigue su… ¡su marcha!, sigue su corriente… expansiva, creadora, novedosa, sorprendente, a la que somos habitualmente ajenos, pero en la que estamos incluidos.

 

 

Y, en ese “estar de consciencia”, se ha creado un modelo que está ahí, en cualquier lugar de la humanidad: el modelo “embarcación”; el modelo de natación o flotación, que rema a favor de la corriente o ¡en contra de la corriente!

Cuando se rema a favor de la corriente, se va muy deprisa. Incluso no hay que remar. No hay un esfuerzo y una adicción, y un empeño especial. La corriente nos lleva.

Cuando, en cambio, se va a contracorriente de cualquier prospección, el esfuerzo es ¡duro!, trabajoso, agotador, ¡desestabilizador!…

 

Cierto es que… muchas corrientes poderosas nos llevan a “el abismo”. Es decir que… ponernos a favor o en contra de una corriente, no significa que estemos –si vamos a favor- en el terreno adecuado, o –si vamos en contra- que podamos alcanzar una posición, si no privilegiada, sí favorable.

Todo, por lo que decíamos al principio:

Al no saber –a propósito de la corriente de la vida- cuál va a ser el mejor sentido, ha habido generaciones que se han movido –que las han movido-, y se han inmolado sin voluntad, sin designio; ha habido otras que han conseguido objetivos –en principio, los planteados- y, “al parecer”, han disfrutado.

Pero sí que –en lo que nos enseña la Historia- los que han remado hacia una corriente, se han despeñado o se han amainado en su fuerza; y otras corrientes han acabado con… “los Imperios” –por ejemplo-.

¿Quién pensaría, en aquellos tiempos de “Imperios”, que éstos iban a sucumbir… dramáticamente, terriblemente…?

 

La oración hoy nos advierte a propósito de cuál debe ser –a consciencia de cada ser- la corriente en la que se debe vibrar; ¡con quién!...

 

Las corrientes de la prisa, de la productividad, de la ganancia, del logro, del ahorro, de la propiedad, de la pertenencia… parecen agobiarnos por todos los lugares.

 

Y pareciera que hubiera que luchar contra dragones, contra bestias infernales que tratan de llevarnos a su corriente.

Y decimos “pareciera” porque, aunque eso ocurra, no es un acontecer inevitable. ¡No es una riada que me ha pillado de sorpresa en mi casa, y me ha anegado y me ha desarraigado! ¡No!

Si soy y estoy… vibrando en la vida de Misterio, ¡en pleno estar del Universo!, seré capaz de ver otras corrientes… –cercanas, medianas o lejanas- que tratan de atraparme, pero soy inatrapable cuando estoy, cuando soy… consciencia de Universo; ¡cuando soy!, ¡cuando estoy!... en la Consciencia de ¡la Presencia!

No hay temor a que me arrastren. No hay preocupación por “hacia dónde”.

Se me muestra. Se me da.

¡No se hace, de la vida, un esfuerzo y trabajo penitente! Menos aún, caer en ofertas y demandas para ser competitivos o… o productivos, como fuente de corriente a la que hay que aspirar.

Cuando “se está”, “se es”, en el seno de la Creación, lo que haya que custodiar, generar, promover, ¡desarrollar!... se irá dando en base a sorpresas, casualidades, coincidencias, circunstancias: todo un cortejo de intuiciones, de sensaciones y de percepciones que se hacen Misterio, pero que se muestran ¡lo suficiente como para llevarnos!

 

El remo de nuestras “voluntades”… ¡se agradece!, pero no es la referencia de hacia qué corriente…

Si sólo es voluntad, el remo se rompe; si ésta es ocasional, se avanza intermitentemente.

Si, en vez de voluntades, hay vocación de deseo, ¡de necesidad!, de inquietud por… saber, conocer, ¡desarrollar!, entonces se avanza en el sentido de una corriente que no… ¡que no nos hace la contra!; que nos hace zigzaguear; que nos damos cuenta de cómo nos lleva.

 

Somos bruma que, el simple aliento, desplaza.

Bruma que, el sencillo calor, modifica; que, el tenue frío, varía.

Bruma, por momentos espesa; por otros… ¡transparente!; por otros, desaparece; por otros momentos, ¡vuelve a aparecer!

Parece inconexa; sin… ¡trama!; ¡sin espesura!; sin cuerpo.

Quizás, asíes… en la Inmensidad de la Creación.

¡Quizás así es!... en el Inmerso Sinfín.

Y quizás así lo presentimos y lo sentimos, cuando somos y estamos en la inmensidad del Misterio. ¡En cambio!, cuando secuestramos nuestro lugar de presencia, (cuando) secuestramos nuestra alianza motora… y nos hacemos “especie”, “razón”, “voluntad”, “saber”, “poder”…, nos retraemos a lo destructivo, a lo combativo, a lo poderoso.

 

En consciencia de bruma, los poros se abren, los sentidos se amplifican, las sensaciones se hacen ilimitadas.

Las ideas fluyen, y los haceres se dan como… “caídos del Cielo”.

Es así como podemos saber que estamos en el trascurrir adecuado.

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